Ciberactivismo y desobediencia civil electrónica

By Marta Gaba - October 30, 2017


El mundo está azorado por las manifestaciones y las denominadas acciones ciberactivistas que se han producido en los últimos años en Egipto, en España, en Brasil, en Venezuela, en el mundo. Periodistas y políticos se asombran porque la gente sale a la calle, porque no presentan una queja unificada, porque se convocan a través de las redes sociales y se comportan con una lógica fragmentada conforme los distintos grupos de manifestantes. Parece que no se dieron cuenta que estamos viviendo en un nuevo escenario en el cual ya no existe un canal único de expresión. Existen múltiples problemas, múltiples reclamos sociales, múltiples formas de hacerlos visibles. Utilizar las redes sociales no es sólo un pasatiempo; constituyen también la posibilidad de multilocalizar nuestros mensajes, colectivizar nuestras emociones y atemporalizar las conversaciones. Jamás se había tenido la posibilidad de pensar algo, escribirlo, publicarlo en el momento y compartirlo de inmediato con miles de personas.

Cabe que nos preguntemos, entonces, qué es el ciberactivismo.

Si dirigimos la mirada hacia el mundo de la tecnología y leemos una de sus publicaciones más conocidas, PC Magazine, encontraremos que Ciberactivismo es aquel que utiliza “correo electrónico, blogs y redes sociales para hacer pública una causa a través de la diseminación veloz de información que normalmente no está disponible en canales oficiales y medios de comunicación”. El ciberactivismo también es conocido por otros nombres; así lo encontraremos como activismo de internet, incidencia electrónica, e-campaña, e-activismo, organización online, activismo online, campaña digital, activismo digital…

Steve Jones, fundador de la Association of Internet Researchers, señaló la necesidad de reorientar el foco de las investigaciones desde la presencia concreta de Internet hacia las redes de personas; desde qué constituye el poder en el ámbito de las computadoras hacia preguntas acerca de cómo está constituido el poder en redes de actividad humana. La cuestión de privilegiar Internet por sobre las personas – el qué sobre el cómo- es una tensión significativa que aparece en el campo de la investigación basada en Internet.

Así, si al referirnos al ciberactivismo privilegiamos los instrumentos (las herramientas tecnológicas) por sobre la forma de realizar incidencia desde un medio digital, tendremos una visión distorsionada del mismo. Como decimos en los talleres, ciberactivismo no se trata de saber usar Facebook y Twitter: es saber cómo circula la información en las redes y cómo generar mensajes que ocasionen impacto.

A los efectos de mis investigaciones, he elaborado una definición estrictamente funcional a estos fines: acción ciberactivista es toda acción digital o acción analógica potenciada por medios digitales, tendiente a generar incidencia sobre cuestiones determinadas.

Por otra parte, cuando hablamos de desobediencia civil electrónica (también conocida como hacktivismo) estamos haciendo referencia a un tipo de desobediencia civil en el cual las personas utilizan las tecnologías para llevar adelante sus acciones de protesta contra una norma que se tiene obligación de obedecer. El término “desobediencia civil electrónica” fue acuñado por el colectivo Critical Art Ensemble y apareció en un escrito titulado Desobediencia civil electrónica y otras ideas impopulares”, de 1996. La desobediencia civil electrónica busca continuar las prácticas de no violencia y protesta disruptiva de las cuales fue pionero Henry David Thoreau, quien publicara en 1848 Desobediencia Civil.

Tanto el ciberactivismo como la desobediencia civil electrónica se valen de un uso disruptivo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).




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